Sunday 4 April 2010


FALSO CULPABLE

Pablo Bustelo

El País (Negocios), 4 de abril de 2010

Muchas de las críticas que se hacen, especialmente en EE UU, al régimen cambiario chino pasan por alto varios aspectos esenciales. En primer lugar, lo que importa no es el tipo de cambio bilateral del yuan con el dólar, sino su tipo de cambio efectivo (TCE), esto es, ponderado por las monedas de los principales socios comerciales de China. Pues bien, el TCE del yuan ha aumentado el 10% en los dos últimos años y creció el 20% entre marzo de 2008 y marzo de 2009, una apreciación masiva en plena crisis, cuando las monedas de otros países asiáticos estaban cayendo y en un contexto de fuerte disminución de las exportaciones chinas. En todo el debate sobre el yuan conviene no olvidar que el TCE de otras economías asiáticas, como Taiwan, Filipinas o India, ha caído sustancialmente desde el inicio de la crisis global, favoreciendo su competitividad a expensas de la de China. Tampoco hay que perder de vista que las exportaciones chinas se redujeron nada menos que el 16% en 2009 y que se están recuperando lentamente, por lo que es muy difícil que se produzca una apreciación rápida y sustancial del yuan.

En segundo término, el superávit por cuenta corriente de China ha mostrado una corrección notable: ha pasado del 11% del PIB en 2007 al 5,5% del PIB en 2010. Esa caída, a la mitad, es superior a la reducción del déficit corriente de EE UU, del 5,2% del PIB en 2007 al 3,5% del PIB en 2010. Esto es, China se está ajustando más rápidamente que EE UU. La razón, claro está, es que la evolución de la demanda interna ha sido muy diferente en uno y otro país. En 2009 creció mucho (el 12,3%) en China y cayó el 2,6%, quizá de manera insuficiente, en EE UU.

En tercer lugar, el tipo de cambio del yuan con el dólar es asunto de dos. Hay economistas chinos que afirman que el dólar está sobrevalorado y que, por tanto, debería caer para ayudar a corregir los desequilibrios globales que subsisten y que seguramente volverán a crecer después de la crisis. En otras palabras, ¿por qué pretender que todo el ajuste cambiario lo haga el eslabón más débil?

(...) [artículo aquí]

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